sábado, 23 de febrero de 2008

El niño y la guitarra

Santiago está llena de músicos callejeros. Cada uno tiene su estilo y lugar particular: Está el viejo guitarrista que se sitúa en el arco del Obradoiro y siempre toca lo mismo, el archiconocido Jazzman, aquel que toca un curioso instrumento que según él se llama Hammer Dulcimer...

Pero a veces ocurre algo que me sorprende. Ayer caminaba tranquilamente por la Rúa Nova (no importa por qué) y a media altura me encontré con uno de esos músicos, guarecido bajo un soportal. Lo hacía bien. Le daba un toque de color a la Zona Vieja. De repente, se le acerca un niño, que no tendría más de cuatro años. Rasguea tímidamente las cuerdas de la guitarra y el guitarrista anónimo deja de tocar. Juega con los dedos de su mano izquierda y le dice al niño que toque él. Cuando el chaval acaricia las cuerdas suena un acorde. El músico vuelve a cambiar sus dedos y el niño vuelve a tocar. Otro acorde más, seguido de otro y otro. Suena una melodía sencilla. El chaval se está divirtiendo. Piensa hey! esto mola!. Al rato le llama su padre y se va.

El músico vuelve a su canción y la normalidad se reestablece. Aquí no ha pasado nada.

No recuerdo la última vez que dejé unas monedas a un músico callejero. ¿O quizás si?

jueves, 7 de febrero de 2008

¿Cómo oye un sordo?

De la misma manera que existen los defectos de la visión (miopía, astigmatismo...), el ser humano también padece diversos efectos auditivos. Por lo general, las personas con hipoacusia (pérdida de audición) sufren ciertas dificultades de las que no somos conscientes. Todo el mundo ha visto una foto desenfocada, y puede hacerse una idea de cómo ve un miope. Pero... ¿Cómo oye un sordo?

Una sordera no es mas que una pérdida de respuesta auditiva a diferentes frecuencias. Por tanto, una persona sorda puede oír perfectamente bien frecuencias graves, pero oír muy poco las frecuencias agudas.

Cada sordera es distinta. Los médicos realizan una serie de pruebas (audiogramas, por ejemplo) que permiten "parametrizar" una pérdida de audición. En base a los resultados de estas pruebas, se pueden ajustar los diversos aparatos que se emplean para corregir una hipoacusia.
Hipoacusia "parametrizada" 

He alimentado a mi ordenador con estos datos y le he dicho que simule cómo oiría alguien con esta pérdida auditiva. A continuación podeis escuchar un fragmento de la Serenata Schwanengesang de Schubert. El tenor canta "Leise flehen meine Lieder durch die Nacht zu dir". Recomiendo escucharlo con auriculares e intentar apreciar la diferencia entre los dos oidos.

NOTA: Aquí había un reproductor online. Los archivos de audio con la simulación de hipoacusia se pueden bajar del siguiente enlace: https://mega.co.nz/#!KMER1TSB!B5mKTSrsEuufv6nH2do2vgRBfrBI_G3VtLrsZr2s0Xo
 
Bajaos los archivos y escuchad las simulaciones. Impresionante, ¿verdad? Pero... todavía se puede entender hablar al tenor y la música no ha sufrido grandes modificaciones. Esta simulación es sólo de una pérdida auditiva leve, y no impide hacer vida normal a nadie que la padezca.

Vale, ¿pero qué pasa con el habla? Pues he realizado el siguiente experimento: Grabé a un amigo mientras recitaba un fragmento de El mundo y sus demonios, de Carl Sagan: "Las trágicas enfermedades que en otra época se llevaban un número incontable de bebés y niños, se han ido reduciendo y se curan hoy gracias a la Ciencia". Después hice una simulación y comparé las formas de onda. Esta es la forma de onda que se corresponde a "se han ido", para una audición normal: El trazo fino y alargado se corresponde a la "s". Ahora veamos qué sucede en la simulación: Aparte de la reducción general de la intensidad del sonido, vemos que la "s" simplemente ha desaparecido. No está. Sin embargo, la frase se entendía igualmente. Es nuestro cerebro el que se inventa la "s".

Haceos una idea del trabajo al que está sometido el cerebro de alguien con pérdida de audición. De todas formas, se trata de una simulación aproximada, ya que incluso entre normoyentes existen diferencias. Pero nos vale para hacernos una idea.

Por último, aunque esta pequeña investigación está realizada empleando los parámetros de una hipoacusia leve (que vuelvo a repetir, no impide al paciente hacer una vida normal), quiero que os imaginéis el tremendo esfuerzo al que están sometidos las personas con una discapacidad auditiva mayor. Precisamente por ese esfuerzo y esas ganas de vivir, les dedico esta entrada a ellos.

(NOTA: Texto y archivos actualizados en diciembre de 2013)